descartes y su forma de pensar
Descartes no explica con precisión esta noción. Parece referirse con ella, y de un modo genérico, a todo lo que hay en la mente, tanto las sensaciones como los objetos de la memoria, de la imaginación, los del pensamiento e incluso las emociones. De todos modos en los textos identifica más las ideas con los contenidos mentales que tienen la capacidad de representar cosas (las sensaciones, las imágenes de la fantasía, los conceptos del pensamiento) que con otros contenidos mentales como los actos de voluntad o las pasiones. Divide las ideas en ideas adventicias, facticias e innatas.
Hay que recordar que este uso de la palabra “idea” ya no tiene nada que ver con el platónico, y será el aceptado posteriormente por los empiristas, trasladándose finalmente hasta el lenguaje corriente.
Ideas innatas Son las ideas que se encuentran en nuestra mente antes de cualquier experiencia o percepción del mundo. La más importante es la idea de Infinito o Dios. Han sido implantadas en nuestra mente por Dios.
Descartes no limitó lo innato a los conceptos (como los de Dios, substancia o los conceptos matemáticos), también consideró que hay principios innatos o verdades eternas, por ejemplo en lógica y en física. Las proposiciones “cosas que son iguales a una misma cosa, son iguales entre sí”, o “de la nada nada sale” son principios de este tipo. La experiencia perceptual no permite nunca establecer nada con absoluta universalidad, y sin embargo tenemos verdades que se presentan como universales, luego estas no pueden descansar en la experiencia sino en la naturaleza de la propia razón.
Descartes no consideró que las ideas innatas están en nuestra mente de forma actual o como un saber siempre a nuestra disposición. El niño no tiene el concepto de Dios de esta manera. Cuando Descartes se refiere a lo innato en nuestra mente quiere indicar que la experiencia empírica o percepción no puede justificar ciertos contenidos mentales, y que si los tenemos es porque descansan en la propia naturaleza de nuestra mente. Hay en nosotros una potencialidad innata por la cual conocemos a Dios; la idea de Dios es innata en el sentido de que es producida por una capacidad natural de la mente, es innata de una manera potencial, no actual. En el breve escrito “Observaciones sobre la explicación de la mente humana” explica cómo debemos entender lo innato: “uso este término en el mismo sentido que cuando afirmamos que la generosidad es innata en algunas familias y que en otras lo son algunas enfermedades como la gota o el cálculo, pero no en el sentido de que los hijos de esas familias padezcan estas enfermedades desde el vientre de sus madres, sino en el sentido de que nacen con cierta disposición o facultad para adquirirlas”.
Nuestras ideas claras y distintas de las naturalezas simples son innatas, y también lo es nuestro conocimiento de los principios universales y ciertos, y las leyes de la física. Esto fomenta la idea del carácter deductivo de las ciencias y un cierto olvido del experimento. La física depende de la metafísica: podemos llegar por el análisis a naturalezas simples como la extensión y el movimiento, y a partir de éstas podemos deducir las leyes generales que gobiernan cualquier mundo material. Aunque el propio Descartes hizo realmente trabajos experimentales en física y anatomía, sin embargo llegó a escribir en 1638 en carta a Mersenne “mi física no es otra cosa que geometría” (por lo tanto, conocimiento puramente deductivo construido a partir de verdades primeras o naturalezas simples de carácter innato).
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